El transporte de peces vivos es una práctica común en piscifactorías, ya sea que estas tengan fines recreativos, como acuarios; preservativos, como estanques de especies en extinción; o comerciales, criaderos de animales marinos para la venta. El motivo principal es la población de otras piscinas o en su defecto un cambio de ambiente y espacios.
Sin embargo, existen otros motivos para el traslado. También puede realizarse después de la cosecha, por sobrepoblación o clasificación, para poblar estanques en las mismas instalaciones u otras. Incluso para llevar peces vivos al mercado. La duración del transporte de peces vivos puede ser de minutos si es en la misma instalación. Asimismo, puede extenderse por horas y días si recorre distancias largas. Sea cual sea el caso, se debe realizar en tanques especiales con agua y oxígeno.
Estos traslados deben contar con una logística muy minuciosa ya que el proceso consiste en varios eventos que constituyen traumas para los peces. Entre los que podemos encontrar captura, carga, transporte y descarga. En consecuencia, la manipulación del animal libera cortisol y adrenalina, lo que produce escenarios estresantes que suprimen la capacidad inmunológica de los peces. Además, reduce su apetito, afecta su crecimiento y condiciona severamente sus estándares de salud llegando incluso a provocar su muerte.
Los factores que garantizan el éxito en el transporte de peces vivos son muy variados. Primeramente, el agua del contenedor debe tener mejor calidad. Esto se debe a que los estándares del líquido disminuyen rápidamente como consecuencia de distintos eventos. Entre los que destacan: aumento en la concentración de gas carbónico derivado de la respiración del animal, reducción del pH del agua debido a la expulsión de dicho gas en el agua y finalmente incremento de la concentración de amoníaco total y de sólidos en suspensión (heces). Esta última condicionante produce bacterias y parásitos que causan inflamación o lesiones en las branquias.
Soluciones para evitar el estrés en el transporte de peces vivos
En este punto, el incremento del oxígeno disuelto es una solución rentable para retrasar progresivamente estos fenómenos y sus efectos hasta que el transporte de peces vivos se concluya exitosamente. El nivel del gas atmosférico se debe mantener próximo a la saturación, en un balance que oscila entre 7y 8 miligramos por litro (mg/l).
Además de agregar más oxígeno en los contenedores, también será necesario mantener bajo monitoreo todos los estándares y tomar otras previsiones. Por ejemplo: realizar el transporte de peces vivos en bajas temperaturas y sin cambios bruscos para optimizar el flujo de oxígeno. Para peces de aguas frías, como truchas, utilice 5°C a 10°C; mientras que, para las especies de aguas cálidas, por ejemplo carpa común y tilapias, ocupe 15°C a 20°C.
También se debe mantener el agua alcalina, separar los peces en grupos prudentes, inspeccionar los niveles de dióxido de carbono y pH, limpiar residuos sólidos si los hubiera, mantener los peces en ayuna y no alimentarlos durante el traslado y reducir la mayor cantidad de tiempo posible el viaje. Finalmente, tenemos otro procedimiento que resulta de vital importancia, que es mantener los contenedores en movimiento, no demasiado fuertes, para que el oleaje produzca oxigeno de forma natural.
Puede que también te interese leer: La oxigenación del agua es un propulsor de la acuicultura chilena y Oxígeno: usos y aplicaciones